El amor es como una droga. Es rica, es difícil obtenerla, es adictiva. Te hace sentir mejor, sin preocupaciones, te hace sentir feliz, sonríes como estúpido sin ninguna razón. Miras el mundo con ojos diferentes, todo a tu alrededor es perfecto. Pero ¿Qué pasa cuando la droga se termina? ¿Cuándo el efecto se acaba?
Regresas a la realidad, miras todo como en verdad es, observas que todo lo que sentías anteriormente no era más que una mentira, falsos sentimientos, algo pasajero. Comienzas a estresarte con más frecuencia, llorar, gritar, te aíslas del mundo, tratas de conseguir más y mas droga para poder sentirte bien pero por dentro sabes que no hay cosa que te haga más daño que aquella droga. Aquella droga que finge ser buena para ti cuando en realidad solo acaba por arruinarte la vida.
La droga más peligrosa, más dolorosa, más dañina que puede existir. Sin embargo todos estamos detrás de esa droga, hasta que se acaba y caemos en un profundo arrepentimiento.
Por haberla tomado muy rápido, por haberla perdido, por no haber sabido aprovecharla.
Algo así es el amor
